TERCER DOMINGO DESPUÉS DE LA EPIFANÍA

Servicio y Lecturas

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DOMINGO 23 de ENERO a las 12:00pm

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HIMNO

Despunta el alba del nuevo día,
cantan las aves al Creador;
trinos que brotan cada mañana
preces que emanan del corazón.

Fresca es la lluvia del alto cielo;
ya la campiña vuelve a nacer
y se despierta la tierra entera
como una nueva resurrección.

Sol refulgente da nueva vida
cada mañana desde el Edén,
Nuestra alabanza hoy elevemos;
toda alborada es nueva creación.

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Bendito sea Dios Padre, Hijo y Espiritu Santo.
Y bendito sea su reino, ahora y por siempre. Amen.

Dios omnipotente, para quien todos los corazones están manifiestos, todos los deseos son conocidos y ningún secreto se halla encubierto: Purifica los pensamientos de nuestros corazones por la inspiración de tu Santo Espíritu, para que perfectamente te amemos y dignamente proclamemos la grandeza de tu santo Nombre; por Cristo nuestro Señor.

Amén.

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Gloria a Dios en el cielo,
y en la tierra paz a quienes ama el Señor.

Por tu inmensa gloria te alabamos,
te bendecimos, te adoramos,
te glorificamos, te damos gracias, Señor Dios,
Rey celestial, Dios Padre todopoderoso.

Señor, Hijo único Jesucristo,
Señor Dios, Cordero de Dios,
Hijo del Padre: Tú que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros;
Tú que quitas el pecado del mundo,
atiende nuestra súplica;
Tú que estás sentado a la derecha del Padre,
ten piedad de nosotros:

Porque sólo tú eres Santo,
sólo tú Señor,sólo tú Altísimo, Jesucristo,
con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre. Amén.

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El Señor sea con ustedes.
Y con tu espíritu.

Oremos.

Danos gracia, Señor, para responder prestamente al llamamiento de nuestro Salvador Jesucristo y proclamar las Buenas Nuevas de su salvación a todos los pueblos; para que nosotros, y todo el mundo, percibamos la gloria de sus obras maravillosas; quien vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos.

Amén.

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LA PRIMERA LECTURA
Nehemías (8:1–3, 5–6, 8–10)

Lectura del libro de Nehemías.

Entonces todo el pueblo en masa se reunió en la plaza que está frente a la puerta del Agua, y le dijeron al maestro Esdras que trajera el libro de la ley de Moisés, que el Señor había dado a Israel. El día primero del mes séptimo, el sacerdote Esdras trajo el libro de la ley ante la reunión compuesta de hombres, mujeres y todos los que tenían uso de razón; y desde la mañana hasta el mediodía lo leyó en presencia de todos ellos, delante de la plaza que está frente a la puerta del Agua.

Todo el pueblo estaba atento a la lectura del libro de la ley.  […] Entonces Esdras abrió el libro a la vista de todo el pueblo, ya que se le podía ver por encima de todos; y al abrirlo, todo el mundo se puso de pie. Entonces Esdras alabó al Señor, el Dios todopoderoso, y todo el pueblo, con los brazos en alto, respondió: «Amén, amén.» Luego se inclinaron hasta tocar el suelo con la frente, y adoraron al Señor.  […]

Los levitas leían en voz alta el libro de la ley de Dios, y lo traducían para que se entendiera claramente la lectura. Y como todo el pueblo lloraba al oír los términos de la ley, tanto el gobernador Nehemías como el maestro y sacerdote Esdras, y los levitas que explicaban la ley al pueblo, dijeron a todos que no se pusieran tristes ni lloraran, porque aquel día estaba dedicado al Señor, su Dios. Además les dijo Esdras: «Vayan y coman de lo mejor, beban vino dulce e inviten a quienes no tengan nada preparado, porque hoy es un día dedicado a nuestro Señor. No estén tristes, porque la alegría del Señor es nuestro refugio.»

Palabra del Señor.
Demos gracias a Dios.

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EL SALMO
Salmo 19

Los cielos proclaman la gloria de Dios, *
y la bóveda celeste pregona las obras de sus manos.

Un día emite palabra al otro día, *
y una noche a la otra noche imparte sabiduría.

Aunque no hay palabras, ni lenguaje, *
ni son oídas sus voces,

Por toda la tierra salió su sonido, *
y hasta el extremo del mundo su mensaje.

En el mar puso tabernáculo para el sol, *
y éste, como esposo que sale de su alcoba,
se alegra cual paladín para correr su camino.

De un extremo de los cielos es su salida,
y su curso hasta el término de ellos; *
nada hay que se esconda de su calor.

La ley del Señor es perfecta, que aviva el alma; *
el testimonio del Señor es fiel, que hace sabio al sencillo.

Los mandamientos del Señor son rectos, que alegran el corazón; *
el precepto del Señor es claro, que alumbra los ojos.

El temor del Señor es limpio, que permanece para siempre; *
los juicios del Señor son verdad, completamente justos.

Deseables son, más que el oro, más que oro fino; *
dulce más que miel, que la que destila del panal.

Tu siervo es además por ellos alumbrado, *
y al guardarlos hay grande galardón.

¿Quién podrá entender sus propios errores? *
Líbrame de los que me son ocultos.

Preserva también a tu siervo de las soberbias,
que no se enseñoreen de mí; *
entonces seré íntegro, y estaré limpio del gran pecado.

Sean gratos los dichos de mi boca y
la meditación de mi corazón delante de ti, *
oh Señor, Roca mía y Redentor mío.‏

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LA SEGUNDA LECTURA
1 Corintios (12:12–31ª)

Lectura de la primera carta de San Pablo a los Corintios.

El cuerpo humano, aunque está formado por muchos miembros, es un solo cuerpo. Así también Cristo. Y de la misma manera, todos nosotros, judíos o no judíos, esclavos o libres, fuimos bautizados para formar un solo cuerpo por medio de un solo Espíritu; y a todos se nos dio a beber de ese mismo Espíritu.

Un cuerpo no se compone de un solo miembro, sino de muchos. Si el pie dijera: «Como no soy mano, no soy del cuerpo», no por eso dejaría de ser del cuerpo. Y si la oreja dijera: «Como no soy ojo, no soy del cuerpo», no por eso dejaría de ser del cuerpo. Si todo el cuerpo fuera ojo, no podríamos oír. Y si todo el cuerpo fuera oído, no podríamos oler. Pero Dios ha puesto cada miembro del cuerpo en el sitio que mejor le pareció. Si todo fuera un solo miembro, no habría cuerpo. Lo cierto es que, aunque son muchos los miembros, el cuerpo sólo es uno.

El ojo no puede decirle a la mano: «No te necesito»; ni la cabeza puede decirles a los pies: «No los necesito.» Al contrario, los miembros del cuerpo que parecen más débiles, son los que más se necesitan; y los miembros del cuerpo que menos estimamos, son los que vestimos con más cuidado. Y los miembros que consideramos menos presentables, son los que tratamos con más modestia, lo cual no es necesario hacer con los miembros más presentables. Dios arregló el cuerpo de tal manera que los miembros menos estimados reciban más honor, para que no haya desunión en el cuerpo, sino que cada miembro del cuerpo se preocupe por los otros. Si un miembro del cuerpo sufre, todos los demás sufren también; y si un miembro recibe atención especial, todos los demás comparten su alegría. Pues bien, ustedes son el cuerpo de Cristo, y cada uno de ustedes es un miembro con su función particular. Dios ha querido que en la iglesia haya, en primer lugar, apóstoles; en segundo lugar, profetas; en tercer lugar, maestros; luego personas que hacen milagros, y otras que curan enfermos, o que ayudan, o que dirigen, o que hablan en lenguas. No todos son apóstoles, ni todos son profetas. No todos son maestros, ni todos hacen milagros, ni todos tienen poder para curar enfermos. Tampoco todos hablan en lenguas, ni todos saben interpretarlas. Ustedes deben ambicionar los mejores dones.

Palabra del Señor.
Demos gracias a Dios.

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HIMNO

Jesús excelso, Rey de lo creado,
Amante Dios y buen Señor
Te amo solo a tí, y te adoro
Eres mi Gloria, luz y amor. 

Bellos los campos, más aún los bosques
En la estación primaveral;
Cristo es más bello, también más puro, que
gozo al alma triste, da.

El sol es bello, más aún la luna
Y las estrellas sin igual;
Pero es Cristo el que más brilla
En todo el reino celestial.

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EL EVANGELIO
San Lucas (4:14–21)

Santo Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según San Lucas.
¡Gloria a ti, Cristo Señor!

Jesús volvió a Galilea lleno del poder del Espíritu Santo, y se hablaba de él por toda la tierra de alrededor. Enseñaba en la sinagoga de cada lugar, y todos le alababan. Jesús fue a Nazaret, el pueblo donde se había criado. El sábado entró en la sinagoga, como era su costumbre, y se puso de pie para leer las Escrituras. Le dieron a leer el libro del profeta Isaías, y al abrirlo encontró el lugar donde estaba escrito: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado para llevar la buena noticia a los pobres; me ha enviado a anunciar libertad a los presos y dar vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a anunciar el año favorable del Señor.» Luego Jesús cerró el libro, lo dio al ayudante de la sinagoga y se sentó. Todos los que estaban allí tenían la vista fija en él. Él comenzó a hablar, diciendo: —Hoy mismo se ha cumplido la Escritura que ustedes acaban de oír.

El Evangelio del Señor.
Te alabamos, Cristo Señor.

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EL SERMÓN

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EL CREDO NICENO

Creemos en un solo Dios,
Padre todopoderoso,
Creador de cielo y tierra,
de todo lo visible e invisible.

Creemos en un solo Señor, Jesucristo,
Hijo único de Dios,
nacido del Padre antes de todos los siglos:
Dios de Dios, Luz de Luz,
Dios verdadero de Dios verdadero,
engendrado, no creado,
de la misma naturaleza que el Padre,
por quien todo fue hecho;
que por nosotros y por nuestra salvación
bajó del cielo:
por obra del Espíritu Santo
se encarnó de María, la Virgen,
y se hizo hombre.

Por nuestra causa
fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato:
padeció y fue sepultado.
Resucitó al tercer día,
según las Escrituras,
subió al cielo
y está sentado a la derecha del Padre.
De nuevo vendrá con gloria para juzgar
a vivos y muertos,
y su reino no tendrá fin.

Creemos en el Espíritu Santo,
Señor y dador de vida,
que procede del Padre y del Hijo,
que con el Padre y el Hijo
recibe una misma adoración y gloria,
y que habló por los profetas.

Creemos en la Iglesia,
que es una, santa, católica y apostólica.
Reconocemos un solo Bautismo
para el perdón de los pecados.
Esperamos la resurrección de los muertos
y la vida del mundo futuro. Amén.

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ORACIÓN DE FIELES (Fórmula III)

Padre, te suplicamos por tu santa Iglesia Católica.
Que todos seamos uno.

Concede que todos los miembros de la Iglesia te sirvan en verdad y humildad.
Que tu Nombre sea glorificado por todo el género humano.

Te pedimos por todos los obispos, presbíteros y diáconos.
Que sean fieles ministros de tu Palabra y Sacramentos.

Te pedimos por cuantos gobiernan y ejercen autoridad
en todas las naciones del mundo.
Que haya justicia y paz en la tierra.

Danos gracia para hacer tu voluntad en todo cuanto emprendamos.
Que nuestras obras sean agradables a tus ojos.

Ten compasión de los que sufren de dolor o angustia.
Que sean librados de sus aflicciones.

Otorga descanso eterno a los difuntos.
Que sobre ellos resplandezca la luz perpetua.

Te alabamos por tus santos que han entrado en el gozo del Señor.
Que también nosotros tengamos parte en tu reino celestial.

Oremos por nuestras necesidades y las necesidades de los demás.

SILENCE

Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles: "La paz les dejo, mi paz les doy": No mires nuestros pecados sino la fe de tu Iglesia; y concédenos la paz y la unidad de esa Ciudad celestial; donde con el Padre y el Espíritu Santo tú vives y reinas ahora y por siempre.

Amén.

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La paz del Señor sea siempre con ustedes.
Y con tu espíritu.

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LOS ANUNCIOS

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SANTA COMUNIÓN

Sacrifica a Dios alabanza, y paga tus votos al Altísimo

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HIMNO

El Señor es mi fuerza, mi roca y salvación
El Señor es mi fuerza, mi roca y salvación

Tu me guías por sendas de justicia, me enseñas la verdad
Tu me das el valor para la lucha, sin miedo avanzare

Iluminas las sombras de mi vida, al mundo das la luz
Aunque pase por valles de tinieblas, yo nunca temeré

El Señor es la fuerza de su pueblo, su gran libertador
Tu le haces vivir en confianza, seguro en tu poder

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El Señor sea con ustedes.
Y con tu espíritu.

Elevemos los corazones.
Los elevamos al Señor.

Demos gracias a Dios nuestro Señor.
Es justo darle gracias y alabanza.

En verdad es digno, justo y saludable, darte gracias, en todo tiempo y lugar, Padre omnipotente, Creador de cielo y tierra.

Porque nos diste a Jesucristo, tu único Hijo, que se encarnó por nosotros; quien, por el gran poder del Espíritu Santo, fue hecho Hombre perfecto, nacido de la carne de la Virgen María su madre; para que, librados del yugo del pecado, recibamos la potestad de llegar a ser hijos tuyos.

Por tanto, te alabamos, uniendo nuestras voces con los Ángeles y Arcángeles, y con todos los coros celestiales que, proclamando la gloria de tu Nombre, por siempre cantan este himno:

Santo, santo, santo mi corazón te adora, 
Mi corazón solo sabe decir, Santo eres tu.
Santo, santo, santo mi corazón te adora, 
Mi corazón solos sabe decir, Santo eres tu.

Te damos gracias, oh Dios, por la bondad y el amor que tú nos has manifestado en la creación; en el llamado a Israel para ser tu pueblo; en tu Verbo revelado a través de los profetas; y, sobre todo, en el Verbo hecho carne,  Jesús, tu Hijo. Pues en la plenitud de los tiempos le has enviado para que se encarnara de María la Virgen a fin de ser el Salvador y Redentor del mundo. En él, nos has librado del mal, y nos has hecho dignos de estar en tu presencia. En él, nos has sacado del error a la verdad, del pecado a la rectitud, y de la muerte a la vida.

En la víspera de su muerte por nosotros, nuestro Señor Jesucristo tomó pan; y dándote gracias, lo partió y lo dio a sus discípulos, y dijo: "Tomen y coman. Este es mi Cuerpo, entregado por ustedes. Hagan esto como memorial mío".

Después de la cena tomó el cáliz; y dándote gracias, se lo entregó, y dijo: "Beban todos de él. Esta es mi Sangre del nuevo Pacto, sangre derramada por ustedes y por muchos para el perdón de los pecados. Siempre que lo beban, háganlo como memorial mío".

Por tanto, oh Padre, según su mandato,

Recordamos su muerte,
Proclamamos su resurrección,
Esperamos su venida en gloria;

Y te ofrecemos nuestro sacrificio de alabanza y acción de gracias, Señor de todos; ofreciéndote, de tu creación, este pan y este vino.

Te suplicamos, Dios bondadoso, que envíes tu Espíritu Santo sobre estos dones, para que sean el Sacramento del Cuerpo de Cristo y su Sangre del nuevo Pacto. Unenos a tu Hijo en su sacrificio, a fin de que, por medio de él, seamos aceptables, siendo santificados por el Espíritu Santo. En la plenitud de los tiempos, sujeta todas las cosas a tu Cristo y llévanos a la patria celestial donde, con todos tus santos, entremos en la herencia eterna de tus hijos; por Jesucristo nuestro Señor, el primogénito de toda la creación, la cabeza de la Iglesia, y el autor de nuestra salvación.

Por él, y con él y en él, en la unidad del Espíritu Santo, tuyos son el honor y la gloria, Padre omnipotente, ahora y por siempre.

AMEN.

Oremos como nuestro Salvador Cristo nos enseñó:

Padre nuestro tú que estás en los que aman la verdad,
has que el reino que por Ti se dio llegue pronto a nuestro corazón,
que el amor, que tu hijo, nos dejó, ese amor... reine ya en nosotros.

Padre nuestro que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre,
venga tu reino,hágase tu voluntad,
en la tierra como en el cielo. 
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en tentación
y líbranos del mal.
Porque tuyo es el reino,
tuyo es el poder,
y tuya es la gloria,
ahora y por siempre. Amén.

Y en el pan de la unidad, Cristo danos Tú la paz y olvídate de nuestro mal,
si olvidamos el de los demás, no permitas, que caigamos en tentación...
oh señor... y ten piedad... del mundo.

Cristo, nuestra Pascua, se ha sacrificado por nosotros.
¡Celebremos la fiesta!

Cordero de Dios, Cordero de Dios
que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros.

Cordero de Dios, Cordero de Dios
que quitas el pecado del mundo,
ten misericordia de nosotros.

Cordero de Dios, Cordero de Dios
que quitas el pecado del mundo,
danos tu paz.

Los Dones de Dios para el Pueblo de Dios. Tómenlos en memoria de que Cristo murió por ustedes, y aliméntense de él en sus corazones, por fe y con agradecimiento.

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Saludo a Jesús Sacramentado

Creo, Jesús mío, que estás real y verdaderamente en el cielo y en el Santísimo Sacramento del Altar.

Os amo sobre todas las cosas y deseo vivamente recibirte dentro de mi alma,  pero no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente, venid al menos espiritualmente a mi corazón. 

Y como si ya os hubiese recibido, os abrazo y me uno del todo a Ti. Señor, no permitas que jamás me aparte de Ti.   

Oh Pan celestial, gran Sacramento, te adoro y te alabo en todo momento.

Amén.

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HIMNO 1

Cantemos al Amor de los Amores:
cantemos al Señor, ¡Dios está aquí!
venid adoradores, adoremos, a Cristo Redentor.

¡Gloria a Cristo Jesús!
¡Cielo y tierra, bendecid al señor!
¡Honor y gloria a Ti, Rey de la Gloria!
Amor por siempre a Ti
Dios del Amor.

Los que buscáis solaz a vuestras penas y
Alivio en el dolor, Dios está aquí y vierte
A manos llenas mil tesoros divides con amor.

¡Gloria a Cristo Jesús!
¡Cielo y tierra, bendecid al señor!
¡Honor y gloria a Ti, Rey de la Gloria!
Amor por siempre a Ti
Dios del Amor.

Que abrace nuestro ser la viva
llama del más ferviente amor.
¡Dios está aquí!
Ésta porque nos ama como padre,
amigo y bienhechor.

¡Gloria a Cristo Jesús!
¡Cielo y tierra, bendecid al señor!
¡Honor y gloria a Ti, Rey de la Gloria!
Amor por siempre a Ti
Dios del Amor.

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HIMNO 2

No podemos caminar con hambre bajo el sol,
danos siempre el mismo pan, tu cuerpo y tu sangre, Señor.

Comamos todos de este pan, el pan de la unidad,
en un cuerpo nos unió el Señor por medio del amor.

No podemos caminar con hambre bajo el sol,
danos siempre el mismo pan, tu cuerpo y tu sangre, Señor.

Señor, yo tengo sed de Ti, sediento estoy de Dios,
pero pronto llegaré a ver el rostro del Señor.

No podemos caminar con hambre bajo el sol,
danos siempre el mismo pan, tu cuerpo y tu sangre, Señor.

Por el desierto el pueblo va, cantando su dolor,
en la noche brillará tu luz, nos guía la verdad.

No podemos caminar con hambre bajo el sol,
danos siempre el mismo pan, tu cuerpo y tu sangre, Señor.

Oremos.

Eterno Dios, Padre celestial,
en tu bondad nos has aceptado
como miembros vivos de tu Hijo,
nuestro Salvador Jesucristo;
nos has nutrido con alimento espiritual
en el Sacramento de su Cuerpo y de su Sangre.
Envíanos ahora en paz al mundo;
revístenos de fuerza y de valor para amarte
y servirte con alegría y sencillez de corazón;
por Cristo nuestro Señor.

AMÉN.

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LA BENDICIÓN

La paz de Dios, que excede a todo entendimiento,
guarde sus corazones y mentes en el conocimiento y amor de Dios,
y de su Hijo Jesucristo nuestro Señor
y la bendición de Dios omnipotente,
el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo,
sea con ustedes, y more con ustedes eternamente. Amén.

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HIMNO

Escucha, hermano, la canción de la alegría
El canto alegre del que espera un nuevo día

Ven, canta, sueña cantando
Vive soñando el nuevo sol
En que los hombres volverán a ser hermanos

Si en tu camino solo existe la tristeza
Y el llanto amargo de la soledad completa

Ven, canta, sueña cantando
Vive soñando el nuevo sol
En que los hombres volverán a ser hermanos

Si es que no encuentras la alegría en está tierra
Búscala, hermano, más allá de las estrellas

Ven, canta, sueña cantando
Vive soñando el nuevo sol
En que los hombres volverán a ser hermanos

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DESPEDIDA

Vayan en paz para amar y servir al Señor
Demos gracias a Dios.

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