CUARTO DOMINGO DE CUARESMA
Servicio y Lecturas

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DOMINGO 19 DE marzo DE 2023 a las 12:00

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Bendigan al Señor, quien perdona todos nuestros pecados.
Para siempre es su misericordia.

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Jesús dijo: "El primer mandamiento es éste: Escucha, Israel: El Señor nuestro Dios es el único Señor. Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas. El segundo es éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos". (San Marcos 12:29-31)

Si decimos: "No tenemos pecado", nos engañamos y la verdad no está en nosotros. Si reconocemos nuestros pecados, fiel y justo es él para perdonarnos los pecados y purificarnos de toda injusticia. (1 San Juan 1:8,9)

Confesemos nuestros pecados contra Dios y contra nuestro prójimo.

Dios de misericordia,
confesamos que hemos pecado contra ti
por pensamiento, palabra y obra, por lo que hemos hecho
y lo que hemos dejado de hacer.
No te hemos amado con todo el corazón;
no hemos amado a nuestro prójimo como a nosotros mismos.
Sincera y humildemente nos arrepentimos.
Por amor de tu Hijo Jesucristo,
ten piedad de nosotros y perdónanos;
así tu voluntad será nuestra alegría
y andaremos por tus caminos,
para gloria de tu Nombre. Amén.

Dios omnipotente tenga misericordia de ustedes, perdone todos sus pecados por Jesucristo nuestro Señor, les fortalezca en toda bondad y, por el poder del Espíritu Santo, les conserve en la vida eterna. Amén.

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El Señor sea con ustedes.
Y con tu espíritu.

Oremos.

Padre bondadoso, cuyo bendito Hijo Jesucristo descendió del cielo para ser el pan verdadero que da vida al mundo: Danos siempre este pan, para que él viva en nosotros y nosotros en él; quien vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, ahora y por siempre. Amén.

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LA PRIMERA LECTURA

Lectura del Libro del Samuel.

El Señor dijo a Samuel: —¿Hasta cuándo vas a estar triste por causa de Saúl? Ya no quiero que él siga siendo rey de Israel. Anda, llena de aceite tu cuerno, que quiero que vayas a la casa de Jesé, el de Belén, porque ya escogí como rey a uno de sus hijos.

—¿Y cómo haré para ir? —respondió Samuel—. ¡Si Saúl llega a saberlo, me matará! El Señor le contestó: —Toma una ternera y di que vas a ofrecérmela en sacrificio. Después invita a Jesé al sacrificio, y yo te diré lo que debes hacer. Consagra como rey a quien yo te diga.

Samuel hizo lo que el Señor le mandó. Y cuando llegó a Belén, los ancianos de la ciudad salieron a recibirle con cierto temor, y le preguntaron: — ¿Vienes en son de paz? —Así es —respondió Samuel—. Vengo a ofrecer un sacrificio al Señor. Purifíquense y acompáñenme a participar en el sacrificio.

Luego Samuel purificó a Jesé y a sus hijos, y los invitó al sacrificio. Cuando ellos llegaron, Samuel vio a Eliab y pensó: «Con toda seguridad éste es el hombre que el Señor ha escogido como rey.»

Pero el Señor le dijo: «No te fijes en su apariencia ni en su elevada estatura, pues yo lo he rechazado. No se trata de lo que el hombre ve; pues el hombre se fija en las apariencias, pero yo me fijo en el corazón.»

Entonces Jesé llamó a Abinadab, y se lo presentó a Samuel; pero Samuel comentó: —Tampoco a éste ha escogido el Señor.

Luego le presentó Jesé a Samá; pero Samuel dijo: —Tampoco ha escogido a éste.

Jesé presentó a Samuel siete de sus hijos, pero Samuel tuvo que decirle que a ninguno de ellos lo había elegido el Señor. Finalmente le preguntó: —¿No tienes más hijos?

—Falta el más pequeño, que es el que cuida el rebaño —respondió Jesé.
—Manda a buscarlo —dijo Samuel—, porque no comenzaremos la ceremonia hasta que él llegue.

Jesé lo mandó llamar. Y el chico era de piel sonrosada, agradable y bien parecido. Entonces el Señor dijo a Samuel: —Éste es. Así que levántate y conságralo como rey.

En seguida Samuel tomó el recipiente con aceite, y en presencia de sus hermanos consagró como rey al joven, que se llamaba David. A partir de aquel momento, el espíritu del Señor se apoderó de él. Después Samuel se despidió y se fue a Ramá.

Palabra del Señor.
Demos gracias a Dios.

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EL SALMO
Salmo 23

El Señor es mi pastor; *
nada me faltará.

En verdes pastos me hace yacer; *
me conduce hacia aguas tranquilas.

Aviva mi alma *
y me guía por sendas seguras por amor de su Nombre.

Aunque ande en valle de sombra de muerte,
no temeré mal alguno; *
porque tú estás conmigo;
tu vara y tu cayado me infunden aliento.

Aderezarás mesa delante de mi en presencia de mis angustiadores; *
unges mi cabeza con óleo; mi copa está rebosando.

Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán
odos los días de mi vida, *
y en la casa del Señor moraré por largos días.

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LA SECUNDA LECTURA

Lectura de la Carta de San Pablo a los Éfesios.

Ustedes antes vivían en la oscuridad, pero ahora, por estar unidos al Señor, viven en la luz. Pórtense como quienes pertenecen a la luz, pues la luz produce toda una cosecha de bondad, rectitud y verdad. Examinen siempre qué es lo que agrada al Señor. No compartan la conducta estéril de los que son de la oscuridad; más bien sáquenla a la luz. Pues hasta vergüenza da hablar de lo que ellos hacen en secreto; pero cuando todas las cosas son puestas al descubierto por la luz, quedan en claro, porque todo lo que se deja poner en claro, participa de la luz.

Por eso se dice:
«Despierta, tú que duermes;
levántate de entre los muertos,
y Cristo te alumbrará.»

Palabra del Señor.
Demos gracias a Dios.

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HIMNO
Lavaré Mis Ojos

(#310, Flor y Canto)

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EL EVANGELIO

El Santo Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según San Juan.
¡Gloria a ti, Cristo Señor!

Al salir, Jesús vio a su paso a un hombre que había nacido ciego. Sus discípulos le preguntaron: —Maestro, ¿por qué nació ciego este hombre? ¿Por el pecado de sus padres, o por su propio pecado?

Jesús les contestó: —Ni por su propio pecado ni por el de sus padres; fue más bien para que en él se demuestre lo que Dios puede hacer. Mientras es de día, tenemos que hacer el trabajo del que me envió; pues viene la noche, cuando nadie puede trabajar. Mientras estoy en este mundo, soy la luz del mundo.

Después de haber dicho esto, Jesús escupió en el suelo, hizo con la saliva un poco de lodo y se lo untó al ciego en los ojos. Luego le dijo: —Ve a lavarte al estanque de Siloé (que significa: «Enviado»).

El ciego fue y se lavó, y cuando regresó ya podía ver. Los vecinos y los que antes lo habían visto pedir limosna se preguntaban: —¿No es éste el que se sentaba a pedir limosna?

Unos decían: —Sí, es él.

Otros decían: —No, no es él, aunque se le parece.

Pero él mismo decía: —Sí, yo soy.

Entonces le preguntaron: —¿Y cómo es que ahora puedes ver?

Él les contestó: —Ese hombre que se llama Jesús hizo lodo, me lo untó en los ojos, y me dijo: “Ve al estanque de Siloé, y lávate.” Yo fui, y en cuanto me lavé, pude ver.

Entonces le preguntaron: —¿Dónde está ese hombre?

Y él les dijo: —No lo sé.

—El día en que Jesús hizo el lodo y devolvió la vista al ciego era sábado. Por eso llevaron ante los fariseos al que había sido ciego, y ellos le preguntaron cómo era que ya podía ver. Y él les contestó: —Me puso lodo en los ojos, me lavé, y ahora veo.

Algunos fariseos dijeron: —El que hizo esto no puede ser de Dios, porque no respeta el sábado.

Pero otros decían: —¿Cómo puede hacer estas señales milagrosas, si es pecador?

De manera que hubo división entre ellos, y volvieron a preguntarle al que antes era ciego: —Puesto que te ha dado la vista, ¿qué dices de él?

Él contestó: —Yo digo que es un profeta.

Pero los judíos no quisieron creer que había sido ciego y que ahora podía ver, hasta que llamaron a sus padres y les preguntaron: —¿Es éste su hijo? ¿Declaran ustedes que nació ciego? ¿Cómo es que ahora puede ver?

Sus padres contestaron: —Sabemos que éste es nuestro hijo, y que nació ciego; pero no sabemos cómo es que ahora puede ver, ni tampoco sabemos quién le dio la vista. Pregúntenselo a él; ya es mayor de edad, y él mismo puede darles razón.

Sus padres dijeron esto por miedo, pues los judíos se habían puesto de acuerdo para expulsar de la sinagoga a cualquiera que reconociera que Jesús era el Mesías. Por eso dijeron sus padres: «Pregúntenselo a él, que ya es mayor de edad.»

Los judíos volvieron a llamar al que había sido ciego, y le dijeron: —Dinos la verdad delante de Dios. Nosotros sabemos que ese hombre es pecador.

Él les contestó: —Si es pecador, no lo sé. Lo que sí sé es que yo era ciego y ahora veo.

Volvieron a preguntarle: —¿Qué te hizo? ¿Qué hizo para darte la vista?

Les contestó: —Ya se lo he dicho, pero no me hacen caso. ¿Por qué quieren que se lo repita? ¿Es que también ustedes quieren seguirlo?

Entonces lo insultaron, y le dijeron: —Tú serás discípulo de ese hombre; nosotros somos discípulos de Moisés. Y sabemos que Dios le habló a Moisés, pero de ése no sabemos ni siquiera de dónde ha salido.

El hombre les contestó: —¡Qué cosa tan rara! Ustedes no saben de dónde ha salido, y en cambio a mí me ha dado la vista. Bien sabemos que Dios no escucha a los pecadores; solamente escucha a los que lo adoran y hacen su voluntad. Nunca se ha oído decir de nadie que diera la vista a una persona que nació ciega. Si este hombre no viniera de Dios, no podría hacer nada.

Le dijeron entonces: —Tú, que naciste lleno de pecado, ¿quieres darnos lecciones a nosotros?

Y lo expulsaron de la sinagoga.

Jesús oyó decir que habían expulsado al ciego; y cuando se encontró con él, le preguntó: —¿Crees tú en el Hijo del hombre?

Él le dijo: —Señor, dime quién es, para que yo crea en él.

Jesús le contestó: —Ya lo has visto: soy yo, con quien estás hablando.

Entonces el hombre se puso de rodillas delante de Jesús, y le dijo: —Creo, Señor.

Luego dijo Jesús: —Yo he venido a este mundo para hacer juicio, para que los ciegos vean y para que los que ven se vuelvan ciegos.

Algunos fariseos que estaban con él, al oír esto, le preguntaron: —¿Acaso nosotros también somos ciegos? Jesús les contestó: —Si ustedes fueran ciegos, no tendrían culpa de sus pecados. Pero como dicen que ven, son culpables.

El Evangelio del Señor.
Te alabamos, Cristo Señor.

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EL SERMÓN

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EL CREDO NICENO

Creemos en un solo Dios,
Padre todopoderoso,
Creador de cielo y tierra,
de todo lo visible e invisible.

Creemos en un solo Señor, Jesucristo,
Hijo único de Dios,
nacido del Padre antes de todos los siglos: 
Dios de Dios, Luz de Luz,
Dios verdadero de Dios verdadero,
engendrado, no creado,
de la misma naturaleza que el Padre,
por quien todo fue hecho;
que por nosotros y por nuestra salvación
bajó del cielo:
por obra del Espíritu Santo
se encarnó de María, la Virgen,
y se hizo hombre.

Por nuestra causa
fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato:
padeció y fue sepultado.
Resucitó al tercer día,
según las Escrituras,
subió al cielo
y está sentado a la derecha del Padre.
De nuevo vendrá con gloria para juzgar
a vivos y muertos,
y su reino no tendrá fin.

Creemos en el Espíritu Santo,
Señor y dador de vida,
que procede del Padre y del Hijo,
que con el Padre y el Hijo
recibe una misma adoración y gloria,
y que habló por los profetas.

Creemos en la Iglesia,
que es una, santa, católica y apostólica.
Reconocemos un solo Bautismo
para el perdón de los pecados.
Esperamos la resurrección de los muertos
y la vida del mundo futuro. Amén.

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ORACIONES DE LOS FIELES

Padre, te suplicamos por tu santa Iglesia Católica.
Que todos seamos uno.

Concede que todos los miembros de la Iglesia te sirvan en verdad y humildad.
Que tu Nombre sea glorificado por todo el género humano.

Te pedimos por todos los obispos, presbíteros y diáconos.
Que sean fieles ministros de tu Palabra y Sacramentos.

Te pedimos por cuantos gobiernan y ejercen autoridad
en todas las naciones del mundo.
Que haya justicia y paz en la tierra.

Danos gracia para hacer tu voluntad en todo cuanto emprendamos.
Que nuestras obras sean agradables a tus ojos.

Ten compasión de los que sufren de dolor o angustia.
Que sean librados de sus aflicciones.

Otorga descanso eterno a los difuntos.
Que sobre ellos resplandezca la luz perpetua.

Te alabamos por tus santos que han entrado en el gozo del Señor.
Que también nosotros tengamos parte en tu reino celestial.

Oremos por nuestras necesidades y las necesidades de los demás.

(El Pueblo puede añadir sus propias peticiones.)

Omnipotente y eterno Dios, que gobiernas todas las cosas en el cielo y en la tierra: Acepta misericordiosamente las oraciones de tu pueblo y fortalécenos para hacer tu voluntad; mediante Jesucristo nuestro Señor. Amén.

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La paz del Señor sea siempre con ustedes.
Y con tu espíritu.

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SANTA COMUNIÓN

Presentemos al Señor con alegría las ofrendas y oblaciones
de nuestra vida y de nuestro trabajo.

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HIMNO
Somos El Cuerpo De Cristo

(#534, Flor y Canto)

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El Señor sea con ustedes.
Y con tu espíritu.

Elevemos los corazones.
Los elevamos al Señor.

Demos gracias a Dios nuestro Señor.
Es justo darle gracias y alabanza.

En verdad es digno, justo y saludable, darte gracias, en todo tiempo y lugar, Padre omnipotente, Creador de cielo y tierra.

Por nuestro Señor Jesucristo; quien en todo fue tentado como nosotros, mas nunca cometió pecado. Por su gracia podemos triunfar sobre todo mal y no vivir ya más para nosotros, sino para él, que murió y resucitó por nosotros.

Por tanto, te alabamos, uniendo nuestras voces con los Ángeles y Arcángeles, y con todos los coros celestiales que, proclamando la gloria de tu Nombre, por siempre cantan este himno:

Santo, santo, santo, es el Señor,
Santo, santo, Dios del universo.
Los cielos y la tierra están llenos de tu gloria.

Bendito el que viene en nombre del Señor.
Hosanna, Hosanna, Hosanna en el cielo. (2x)

Padre Santo y bondadoso: En tu amor infinito nos hiciste para ti, y cuando caímos en pecado y quedamos esclavos del mal y de la muerte, tú, en tu misericordia, enviaste a Jesucristo, tu Hijo único y eterno, para compartir nuestra naturaleza humana, para vivir y morir como uno de nosotros, y así reconciliarnos contigo, el Dios y Padre de todos.

Extendió sus brazos sobre la cruz y se ofreció en obediencia a tu voluntad, un sacrificio perfecto por todo el mundo.

En la noche en que fue entregado al sufrimiento y a la muerte, nuestro Señor Jesucristo tomó pan; y dándote gracias, lo partió y lo dio a sus discípulos, y dijo: "Tomen y coman. Este es mi Cuerpo, entregado por ustedes. Hagan esto como memorial mío".

Después de la cena tomó el cáliz; y dándote gracias, se lo entregó, y dijo: "Beban todos de él. Esta es mi Sangre del nuevo Pacto, sangre derramada por ustedes y por muchos para el perdón de los pecados. Siempre que lo beban, háganlo como memorial mío".

Por tanto, proclamamos el misterio de fe:

Cristo ha muerto.
Cristo ha resucitado.
Cristo volverá.

Padre, en este sacrificio de alabanza y acción de gracias, celebramos el memorial de nuestra redención. Recordando su muerte, resurrección y ascención, te ofrecemos estos dones.

Santifícalos con tu Espíritu Santo, y así serán para tu pueblo el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, la santa comida y la santa bebida de la vida nueva en él que no tiene fin. Santifícanos también, para que recibamos fielmente este Santo Sacramento y seamos perseverantes en tu servicio en paz y unidad. Y en el día postrero, llévanos con todos tus santos al gozo de tu reino eterno.

Todo esto te pedimos por tu Hijo Jesucristo. Por él, y con él y en él, en la unidad del Espíritu Santo, tuyos son el honor y la gloria, Padre omnipotente, ahora y por siempre. Amén.

Oremos como nuestro Salvador Cristo nos enseñó.

Padre nuestro tú que estás en los que aman la verdad,
has que el reino que por Ti se dio llegue pronto a nuestro corazón,
que el amor, que tu hijo, nos dejó, ese amor... reine ya en nosotros.

Padre nuestro que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre,
venga tu reino,hágase tu voluntad,
en la tierra como en el cielo. 
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en tentación
y líbranos del mal.
Porque tuyo es el reino,
tuyo es el poder,
y tuya es la gloria,
ahora y por siempre. Amén.

Y en el pan de la unidad,
Cristo danos Tú la paz y olvídate de nuestro mal,
si olvidamos el de los demás,
no permitas, que caigamos en tentación...
oh Señor... y ten piedad... del mundo.

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Cristo, nuestra Pascua, se ha sacrificado por nosotros.
¡Celebremos la fiesta!

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Oremos con la gente asistiendo la misa por Zoom

Jesús mío,
creo que eres verdaderamente presente
en el Sagrado Sacramento del Altar.
Te amo encima de todas las cosas,
y te anhelo en mi alma.
Como ahora no te puedo recibir sacramentalmente,
entra al menos espiritualmente en mi corazón.
Como si ya hubieras venido,
te abrazo y me uno completamente a ti;
nunca permitas que me separe de ti. Amén
(St. Alphonsus de Liguori, 1696-1787)

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros, ten piedad de nosotros. (2)

Cordero de Dios, Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo,
danos la paz, danos la paz.

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Los Dones de Dios para el Pueblo de Dios.
Tómenlos en memoria de que Cristo murió por ustedes,
y aliméntense de él en sus corazones, por fe y con agradecimiento.

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HIMNO
Donde Hay Amor y Caridad

(#330, Flor y Canto)

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Oremos.

Eterno Dios, Padre celestial,
en tu bondad nos has aceptado
como miembros vivos de tu Hijo,
nuestro Salvador Jesucristo;
nos has nutrido con alimento espiritual
en el Sacramento de su Cuerpo y de su Sangre.
Envíanos ahora en paz al mundo;
revístenos de fuerza y de valor para amarte
y servirte con alegría y sencillez de corazón;
por Cristo nuestro Señor. Amén.

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SOLEMNE ORACIÓN

Inclinarse profundamente delante del Señor.

Concede a tu pueblo fiel,
Señor muy misericordioso, perdón y paz,
para que sea limpio de todos sus pecados
y te sirva con mente sosegada;
por Cristo nuestro Señor.  Amén.

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Bendigamos al Señor.
Demos gracias a Dios.

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