TERCER DOMINGO DE PASCUA
Domingo, 01 de mayo de 2022 a las 12:00

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HIMNO

Escucha, todos, la canción de la alegría;
el canto alegre del que espera un nuevo día.

Ven, canta, sueña cantando,
vive soñando el nuevo sol
en que los todos volverán a ser unidos.

Si en tu camino sólo existe la tristeza
y el llanto amargo de la soledad completa,

Ven, canta, sueña cantando,
vive soñando el nuevo sol
en que los todos volverán a ser unidos.

Si es que no encuentras la alegría en esta tierra,
más allá de las estrellas.

Ven, canta, sueña cantando,
vive soñando el nuevo sol
en que los todos volverán a ser unidos.

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¡Aleluya! Cristo ha resucitado.
¡Es verdad! El Señor ha resucitado. ¡Aleluya!

Dios omnipotente, para quien todos los corazones están manifiestos, todos los deseos son conocidos y ningún secreto se halla encubierto: Purifica los pensamientos de nuestros corazones por la inspiración de tu Santo Espíritu, para que perfectamente te amemos y dignamente proclamemos la grandeza de tu santo Nombre; por Cristo nuestro Señor. Amén. Amén.

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CRISTO LIBERTADOR

 Cristo nos da la libertad,
Cristo nos da la salvación,
Cristo nos da la esperanza,
Cristo nos da el amor.

Cuando luche por la paz y la verdad, la encontraré
Cuando cargue con la cruz de los demá, me salvaré.
Dame, Señor, tu palabra; oye, Señor, mi oración.

 Cristo nos da la libertad,
Cristo nos da la salvación,
Cristo nos da la esperanza,
Cristo nos da el amor.

Cuado sepa perdonar de corazón, tendré perdón.
Cuando siga los caminos del amor, veré al Señor.
Dame, Señor, tu palabra; oye, Señor, mi oración.

 Cristo nos da la libertad,
Cristo nos da la salvación,
Cristo nos da la esperanza,
Cristo nos da el amor.

Cuando simbre la alegría y la amistad, vendrá el Amor.
Cuando viva en comunió con los demás, seré de Dios.
Dame, Señor, tu palabra; oye, Señor, mi oración.

 Cristo nos da la libertad,
Cristo nos da la salvación,
Cristo nos da la esperanza,
Cristo nos da el amor.

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El Señor sea con ustedes.
Y con tu espíritu.

Oremos.

Oh Dios, cuyo bendito Hijo se dio a conocer a sus discípulos en la fracción del pan: Abre los ojos de nuestra fe, para que podamos contemplarle en toda su obra redentora; quien vive y reina contigo, en la unidad del Espíritu Santo, un solo Dios, ahora y por siempre. Amén.

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LA PRIMERA LECTURA

Lectura del Libro de los Hechos de los Apóstoles.

Mientras tanto, Saulo no dejaba de amenazar de muerte a los creyentes en el Señor. Por eso, se presentó al sumo sacerdote, y le pidió cartas de autorización para ir a las sinagogas de Damasco, a buscar a los que seguían el Nuevo Camino, tanto hombres como mujeres, y llevarlos presos a Jerusalén.

Pero cuando ya se encontraba cerca de la ciudad de Damasco, una luz que venía del cielo brilló de repente a su alrededor. Saulo cayó al suelo, y oyó una voz que le decía: «Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?»

Saulo preguntó: «¿Quién eres, Señor?»

La voz le contestó: «Yo soy Jesús, el mismo a quien estás persiguiendo. Levántate y entra en la ciudad; allí te dirán lo que debes hacer.»

Los que viajaban con Saulo estaban muy asustados, porque habían oído la voz pero no habían visto a nadie.

Luego, Saulo se levantó del suelo; pero cuando abrió los ojos, no podía ver. Así que lo tomaron de la mano y lo llevaron a Damasco. Allí estuvo tres días sin ver, y sin comer ni beber nada.

En Damasco vivía un creyente que se llamaba Ananías, a quien el Señor se le presentó en una visión y le dijo: «¡Ananías!»

Él contestó: «Aquí estoy, Señor.»

El Señor le dijo: «Levántate y vete a la calle llamada Derecha, y en la casa de Judas pregunta por un hombre de Tarso que se llama Saulo.

Está orando, y en una visión ha visto a uno llamado Ananías que entra y pone sus manos sobre él para que pueda ver de nuevo.» Al oír esto, Ananías dijo: «Señor, muchos me han hablado de ese hombre y de todos los males que ha causado en Jerusalén a tu pueblo santo. Y ahora ha venido aquí, con autorización de los jefes de los sacerdotes, a llevarse presos a todos los que invocan tu nombre.»

Pero el Señor le dijo: «Ve, porque he escogido a ese hombre para que hable de mí a la gente de otras naciones, y a sus reyes, y también a los israelitas. Yo le mostraré lo mucho que tiene que sufrir por mi causa.»

Ananías fue a la casa donde estaba Saulo. Al entrar, puso sus manos sobre él, y le dijo: —Hermano Saulo, el Señor Jesús, el que se te apareció en el camino por donde venías, me ha mandado para que recobres la vista y quedes lleno del Espíritu Santo.

Al momento cayeron de los ojos de Saulo una especie de escamas, y recobró la vista. Entonces se levantó y fue bautizado. Después comió y recobró las fuerzas, y se quedó algunos días con los creyentes que vivían en Damasco.

Luego Saulo comenzó a proclamar en las sinagogas que Jesús es el Hijo de Dios.  

Palabra del Señor.
Demos gracias a Dios.

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EL SALMO
Salmo 30

Te ensalzaré, oh Señor, porque me has alzado, *
y no permitiste que mis enemigos triunfaran sobre mí.

Oh Señor Dios mío, a ti clamé, *
y tú me sanaste.

Oh Señor, me sacaste del abismo; *
me hiciste revivir, para que no descendiese a la sepultura.

Canten al Señor, ustedes sus fieles, *
y celebren su santo Nombre;

Porque sólo un momento dura su ira, *
pero su favor toda la vida.

Aunque al anochecer nos visite el llanto, *
en la mañana vendrá la alegría.

Dije yo en mi comodidad, “No seré jamás conmovido; *
tú, oh Señor, con tu favor me afirmaste como monte fuerte”.

Luego escondiste tu rostro, *
y fui muy turbado.

A ti, oh Señor, clamé, *
y a mi Soberano supliqué, diciendo:

“¿Qué provecho hay en mi muerte, cuando yo descienda a la fosa? *
¿Te alabará el polvo? ¿Anunciará tu fidelidad?

Escucha, oh Señor, y ten misericordia de mí; *
oh Señor sé tú mi ayudador.”

Has cambiado mi lamento en danzas; *
me has quitado el luto, y me has vestido de fiesta.

Por tanto a ti canta mi corazón, y no llora más; *
oh Señor Dios mío, te daré gracias para siempre.

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LA SEGUNDA LECTURA

Lectura del libro de la Revelación a San Juan.

Luego miré, y oí la voz de muchos ángeles que estaban alrededor del trono, de los seres vivientes y de los ancianos. Había millones y millones de ellos, y decían con fuerte voz:

«¡El Cordero que fue sacrificado
es digno de recibir el poder y la riqueza,
la sabiduría y la fuerza, el honor,
la gloria y la alabanza!»

Y oí también que todas las cosas creadas por Dios en el cielo, en la tierra, debajo de la tierra y en el mar, decían:

«¡Al que está sentado en el trono y al Cordero,
sean dados la alabanza, el honor, la gloria y el poder
por todos los siglos!»

Los cuatro seres vivientes respondían: «¡Amén!»

Y los veinticuatro ancianos se pusieron de rodillas y adoraron.

Palabra del Señor.
Demos gracias a Dios.

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HIMNO

Alabaré, alabaré, alabaré, alabaré.
Alabaré a mi Señor.

Juan vio el número de los redimidos
y todos alababan al Señor:
unos cantaban, otros oraban
y todos alababan al Señor.

Alabaré, alabaré, alabaré, alabaré.
Alabaré a mi Señor.

Todos unidos, alegres cantamos
glorias y alabanzas al Señor.
Gloria al Padre, Gloria al Hijo
y gloria al Espíritu de Amor.

Alabaré, alabaré, alabaré, alabaré.
Alabaré a mi Señor.

Somos tus hijos, Dios Padre eterno.
Tu nos has creado por amor:
te adoramos, te bendecimos
y todos cantamos en tu honor.

Alabaré, alabaré, alabaré, alabaré.
Alabaré a mi Señor.

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EL EVANGELIO

El Santo Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según San Juan.
¡Gloria a ti, Cristo Señor!

Después de esto, Jesús se apareció otra vez a sus discípulos, a orillas del Lago de Tiberias. Sucedió de esta manera: Estaban juntos Simón Pedro, Tomás, al que llamaban el Gemelo, Natanael, que era de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo y otros dos discípulos de Jesús.

Simón Pedro les dijo: —Voy a pescar.

Ellos contestaron: —Nosotros también vamos contigo.

Fueron, pues, y subieron a una barca; pero aquella noche no pescaron nada. Cuando comenzaba a amanecer, Jesús se apareció en la orilla, pero los discípulos no sabían que era él.

Jesús les preguntó: —Muchachos, ¿no tienen pescado?

Ellos le contestaron: —No.  

Jesús les dijo: —Echen la red a la derecha de la barca, y pescarán. 

Así lo hicieron, y después no podían sacar la red por los muchos pescados que tenía.

Entonces el discípulo a quien Jesús quería mucho, le dijo a Pedro: —¡Es el Señor!

Apenas oyó Simón Pedro que era el Señor, se vistió, porque estaba sin ropa, y se tiró al agua. Los otros discípulos llegaron a la playa con la barca, arrastrando la red llena de pescados, pues estaban a cien metros escasos de la orilla. Al bajar a tierra, encontraron un fuego encendido, con un pescado encima, y pan.

Jesús les dijo: —Traigan algunos pescados de los que acaban de sacar.

Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la playa la red llena de grandes pescados, ciento cincuenta y tres; y aunque eran tantos, la red no se rompió.

Jesús les dijo: —Vengan a desayunarse.  

Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían que era el Señor. Luego Jesús se acercó, tomó en sus manos el pan y se lo dio a ellos; y lo mismo hizo con el pescado. Ésta fue la tercera vez que Jesús se apareció a sus discípulos después de haber resucitado.

Terminado el desayuno, Jesús le preguntó a Simón Pedro: —Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?  

Pedro le contestó: —Sí, Señor, tú sabes que te quiero.  

Jesús le dijo: —Cuida de mis corderos.  

Volvió a preguntarle: —Simón, hijo de Juan, ¿me amas?  

Pedro le contestó: —Sí, Señor, tú sabes que te quiero.  

Jesús le dijo: —Cuida de mis ovejas.  

Por tercera vez le preguntó: —Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?  

Pedro, triste porque le había preguntado por tercera vez si lo quería, le contestó: —Señor, tú lo sabes todo: tú sabes que te quiero.  

Jesús le dijo: —Cuida de mis ovejas. Te aseguro que cuando eras más joven, te vestías para ir a donde querías; pero cuando ya seas viejo, extenderás los brazos y otro te vestirá, y te llevará a donde no quieras ir.  

Al decir esto, Jesús estaba dando a entender de qué manera Pedro iba a morir y a glorificar con su muerte a Dios.

Después le dijo: —¡Sígueme!

El Evangelio del Señor.
Te alabamos, Cristo Señor.

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El SERMÓN

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EL CREDO NICENO

Creemos en un solo Dios,
Padre todopoderoso,
Creador de cielo y tierra,
de todo lo visible e invisible.

Creemos en un solo Señor, Jesucristo,
Hijo único de Dios,
nacido del Padre antes de todos los siglos: 
Dios de Dios, Luz de Luz,
Dios verdadero de Dios verdadero,
engendrado, no creado,
de la misma naturaleza que el Padre,
por quien todo fue hecho;
que por nosotros y por nuestra salvación
bajó del cielo:
por obra del Espíritu Santo
se encarnó de María, la Virgen,
y se hizo hombre.

Por nuestra causa
fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato:
padeció y fue sepultado.
Resucitó al tercer día,
según las Escrituras,
subió al cielo
y está sentado a la derecha del Padre.
De nuevo vendrá con gloria para juzgar
a vivos y muertos,
y su reino no tendrá fin.

Creemos en el Espíritu Santo,
Señor y dador de vida,
que procede del Padre y del Hijo,
que con el Padre y el Hijo
recibe una misma adoración y gloria,
y que habló por los profetas.

Creemos en la Iglesia,
que es una, santa, católica y apostólica.
Reconocemos un solo Bautismo
para el perdón de los pecados.
Esperamos la resurrección de los muertos
y la vida del mundo futuro. Amén.

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ORACIÓN DE FIELES

Padre, te suplicamos por tu santa Iglesia Católica.
Que todos seamos uno.

Concede que todos los miembros de la Iglesia te sirvan en verdad y humildad.
Que tu Nombre sea glorificado por todo el género humano.

Te pedimos por todos los obispos, presbíteros y diáconos.
Que sean fieles ministros de tu Palabra y Sacramentos.

Te pedimos por cuantos gobiernan
y ejercen autoridad en todas las naciones del mundo.
Que haya justicia y paz en la tierra.

Danos gracia para hacer tu voluntad en todo cuanto emprendamos.
Que nuestras obras sean agradables a tus ojos.

Ten compasión de los que sufren de dolor o angustia.
Que sean librados de sus aflicciones.

Otorga descanso eterno a los difuntos.
Que sobre ellos resplandezca la luz perpetua.

Te alabamos por tus santos que han entrado en el gozo del Señor.
Que también nosotros tengamos parte en tu reino celestial.

Oremos por nuestras necesidades y las necesidades de los demás.

Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles: "La paz les dejo, mi paz les doy": No mires nuestros pecados sino la fe de tu Iglesia; y concédenos la paz y la unidad de esa Ciudad celestial; donde con el Padre y el Espíritu Santo tú vives y reinas ahora y por siempre. Amén.

La paz del Señor sea siempre con ustedes.
Y con tu espíritu.

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LOS ANUNCIOS

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SANTA COMUNIÓN

Anden en amor, como también Cristo nos amó,
y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios.

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HIMNO

Te ofrecemos, Padre nuestro, con el vino y con el pan
nuestras penas y alegrías, el trabajo y nuestro afán.

Como el trigo de los campos bajo el signo de la Cruz,
se tranformen nuestras vidas en el cuerpo de Jesús.

Te ofrecemos, Padre nuestro, con el vino y con el pan
nuestras penas y alegrías, el trabajo y nuestro afán.

A los pobres de la tierra, a los que sufriendo están,
cambia su dolor en vino, como la uva en el lagar.

Te ofrecemos, Padre nuestro, con el vino y con el pan
nuestras penas y alegrías, el trabajo y nuestro afán.

Estos dones son el signo del esfuerzo de unidad
que los hombres realizamos en el campo y la ciudad.

Te ofrecemos, Padre nuestro, con el vino y con el pan
nuestras penas y alegrías, el trabajo y nuestro afán.

Es tu pueblo quien te ofrece, con los dones del altar,
la naturaleza entera, anhelando libertad.

Te ofrecemos, Padre nuestro, con el vino y con el pan
nuestras penas y alegrías, el trabajo y nuestro afán.

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LA GRAN PLEGARIA EUCARÍSTICA

El Señor sea con ustedes.
Y con tu espíritu.

Elevemos los corazones.
Los elevamos al Señor.

Demos gracias a Dios nuestro Señor.
Es justo darle gracias y alabanza.

En verdad es digno, justo y saludable, darte gracias, en todo tiempo y lugar, Padre omnipotente, Creador de cielo y tierra.

Pero principalmente tenemos que alabarte por la gloriosa resurrección de tu Hijo nuestro Señor Jesucristo; pues él es el verdadero Cordero Pascual, quien fue sacrificado por nosotros, y ha quitado los pecados del mundo. Por su muerte ha destruido la muerte, y por su resurrección a la vida, ha conquistado para nosotros la vida eterna.

Por tanto, te alabamos, uniendo nuestras voces con los Ángeles y Arcángeles, y con todos los coros celestiales que, proclamando la gloria de tu Nombre, por siempre cantan este himno:

Santo, santo, santo es el Señor, Dios del universo.
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre del Señor.
Hosanna en el cielo.

Padre Santo y bondadoso: En tu amor infinito nos hiciste para ti, y cuando caímos en pecado y quedamos esclavos del mal y de la muerte, tú, en tu misericordia, enviaste a Jesucristo, tu Hijo único y eterno, para compartir nuestra naturaleza humana, para vivir y morir como uno de nosotros, y así reconciliarnos contigo, el Dios y Padre de todos. Extendió sus brazos sobre la cruz y se ofreció en obediencia a tu voluntad, un sacrificio perfecto por todo el mundo.

En la noche en que fue entregado al sufrimiento y a la muerte, nuestro Señor Jesucristo tomó pan; y dándote gracias, lo partió y lo dio a sus discípulos, y dijo: "Tomen y coman. Este es mi Cuerpo, entregado por ustedes. Hagan esto como memorial mío".

Después de la cena tomó el cáliz; y dándote gracias, se lo entregó, y dijo: "Beban todos de él. Esta es mi Sangre del nuevo Pacto, sangre derramada por ustedes y por muchos para el perdón de los pecados. Siempre que lo beban, háganlo como memorial mío".

Por tanto, proclamamos el misterio de fe:

Cristo ha muerto.  Cristo ha resucitado.  Cristo volverá.

Padre, en este sacrificio de alabanza y acción de gracias, celebramos el memorial de nuestra redención. Recordando su muerte, resurrección y ascención, te ofrecemos estos dones.

Santifícalos con tu Espíritu Santo, y así serán para tu pueblo el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, la santa comida y la santa bebida de la vida nueva en él que no tiene fin.  Santifícanos también, para que recibamos fielmente este Santo Sacramento y seamos perseverantes en tu servicio en paz y unidad. Y en el día postrero, llévanos con todos tus santos al gozo de tu reino eterno. Todo esto te pedimos por tu Hijo Jesucristo. Por él, y con él y en él, en la unidad del Espíritu Santo, tuyos son el honor y la gloria, Padre omnipotente, ahora y por siempre. Amén.

Oremos como nuestro Salvador Cristo nos enseñó.

Padre nuestro que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre, venga tu reino,
hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en tentación
y líbranos del mal. 
Porque tuyo es el reino, tuyo es el poder,
y tuya es la gloria, ahora y por siempre. Amén.

FRACCIÓN DEL PAN

¡Aleluya! Cristo, nuestra Pascua, se ha sacrificado por nosotros.
¡Celebremos la fiesta! ¡Aleluya!

Jesús mío, creo que eres verdaderamente presente
en el Sagrado Sacramento del Altar.
Te amo encima de todas las cosas,
y te anhelo en mi alma.
Como ahora no te puedo recibir sacramentalmente,
entra al menos espiritualmente en mi corazón.
Como si ya hubieras venido, te abrazo y me uno completamente a ti;
nunca permitas que me separe de ti. Amén
(St. Alphonsus de Liguori, 1696-1787)

Cordero de Dios (2x), que quitas el pecado del mundo,
ten piedad (2x), ten piedad (2x), ten piedad (2x),
ten piedad de nosotros. (2x) 

Cordero de Dios (2x), que quitas el pecado del mundo,
danos (2x), danos (2x), danos (2x) La paz.

Los Dones de Dios para el Pueblo de Dios. 
Tómenlos en memoria de que Cristo murió por ustedes,
y aliméntense de él en sus corazones, por fe y con agradecimiento.

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HIMNO

El Señor es mi fuerza, mi roca y salvacion.
El Señor es mi fuerza, mi roca y salvacion.

Tu me guias por sendas de justicia,
Me ensenas la verdad.
Tu me das el valor para la lucha,
Sin miedo avanzare.

El Señor es mi fuerza, mi roca y salvacion.
El Señor es mi fuerza, mi roca y salvacion.
 

Iluminas las sombras de mi vida,
Al mundo das a luz.
Aunque pase por valles de tinieblas,
Yo nunca temere. 

El Señor es mi fuerza, mi roca y salvacion.
El Señor es mi fuerza, mi roca y salvacion.

El Señor es la fuerza de su pueblo
Su gran libertador
Tu le haces vivir en confianza
Seguro de tu poder.

El Señor es mi fuerza, mi roca y salvacion.
El Señor es mi fuerza, mi roca y salvacion.

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Oremos.

Eterno Dios, Padre celestial,
en tu bondad nos has aceptado
como miembros vivos de tu Hijo,
nuestro Salvador Jesucristo;
nos has nutrido con alimento espiritual
en el Sacramento de su Cuerpo y de su Sangre.
Envíanos ahora en paz al mundo;
revístenos de fuerza y de valor para amarte
y servirte con alegría y sencillez de corazón;
por Cristo nuestro Señor. Amén.

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LA BENDICIÓN

Que el Dios Todopoderoso,
que nos redimió y nos hizo sus hijos
mediante la resurrección de su Hijo nuestro Señor,
les conceda las riquezas de su bendición.
Amén.

Que Dios, que por el agua del bautismo
nos ha levantado del pecado a una vida nueva,
te haga santo y digno de estar unido a Cristo para siempre.
Amén.

Que Dios, que nos ha sacado de la esclavitud del pecado
a la libertad verdadera y duradera en el Redentor,
te lleve a tu herencia eterna.
Amén.

Y la bendición de Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo
sea con ustedes y permanezca con ustedes para siempre.
Amén.

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HIMNO

Jubilosos, te adoramos,
Dios de gloria y Salvador;
Nuestras vidas entregamos
Como se abre al sol la flor.
Ahuyenta nuestros males
Y tristezas, oh Jesús;
Danos bienes celestiales,
Llénanos de gozo y luz.

Tierra y cielo están gozosos,
Reflejando Tu amor;
Ángeles y estrellas todos
Cantan siempre Tu loor.
Monte, valle, río y fuente,
Campo, selva y ancho mar
Nos recuerdan que constante
Te debemos alabar.

Dios, que libre proporcionas
Bienestar y bendición,
Y en Tu gracia nos perdonas,
Gozo das al corazón.
Tú, de todo amor la fuente,
Haz que amemos en verdad;
Ilumina nuestra mente
Con divina claridad.

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¡Aleluya! ¡Aleluya! Vayan en paz para amar y servir al Señor.
Demos gracias a Dios. ¡Aleluya! ¡Aleluya!

•••