EL VIGÉSIMO SEGUNDO DOMINGO
DESPUÉS DEL PENTECOSTÉS
Servicio y Lecturas

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Domingo, 24 de OCTUbre de 2021

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HIMNO

Jesús excelso,
Redentor del mundo,
Amante Dios y buen Señor,
Yo a ti te amo, yo a ti te adoro,
Pues eres tú mi Gloria y luz.

Bellos los campos
Y también los bosques
En la estación primaveral;
Pero es más bello, sin par más dulce,
El que a las almas dicha da.

El sol es bello
Y también la luna,
Y todas las estrellas mil;
Pero es más bello y más alumbra
Jesús, mi Dios, mi bien, sin fin.

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Bendito sea Dios Padre, Hijo y Espiritu Santo.
Y bendito sea su reino, ahora y por siempre. Amen.

Dios omnipotente, para quien todos los corazones están manifiestos, todos los deseos son conocidos y ningún secreto se halla encubierto: Purifica los pensamientos de nuestros corazones por la inspiración de tu Santo Espíritu, para que perfectamente te amemos y dignamente proclamemos la grandeza de tu santo Nombre; por Cristo nuestro Señor.

Amén.

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Gloria a Dios en el cielo,
y en la tierra paz a quienes ama el Señor.

Por tu inmensa gloria te alabamos,
te bendecimos, te adoramos,
te glorificamos, te damos gracias, Señor Dios,
Rey celestial, Dios Padre todopoderoso.

Señor, Hijo único Jesucristo,
Señor Dios, Cordero de Dios,
Hijo del Padre: Tú que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros;
Tú que quitas el pecado del mundo,
atiende nuestra súplica;
Tú que estás sentado a la derecha del Padre,
ten piedad de nosotros:

Porque sólo tú eres Santo,
sólo tú Señor,sólo tú Altísimo, Jesucristo,
con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre. Amén.

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El Señor sea con ustedes.
Y con tu espíritu.

Oremos.

Todopoderoso y eterno Dios, aumenta en nosotros tus dones de fe, esperanza y amor; y para que obtengamos tus promesas, haz que amemos lo que mandas; por Jesucristo nuestro Señor, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos.

Amén.

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LA PRIMERA LECTURA
Job 42:1–6, 10–17

Lectura del Libro de Job.

Job contestó al Señor:

Yo sé que tú lo puedes todo
y que no hay nada que no puedas realizar.
¿Quién soy yo para dudar de tu providencia,
mostrando así mi ignorancia?
Yo estaba hablando de cosas que no entiendo,
cosas tan maravillosas que no las puedo comprender.
Tú me dijiste: «Escucha, que quiero hablarte;
respóndeme a estas preguntas.»
Hasta ahora, sólo de oídas te conocía,
pero ahora te veo con mis propios ojos.
Por eso me retracto arrepentido,
sentado en el polvo y la ceniza.  […]

Después que Job oró por sus amigos, Dios le devolvió su prosperidad anterior, y aun le dio dos veces más de lo que antes tenía. Entonces fueron a visitarlo todos sus hermanos, hermanas y amigos, y todos sus antiguos conocidos, y en su compañía celebraron un banquete en su casa. Le ofrecieron sus condolencias y lo consolaron por todas las calamidades que el Señor le había enviado, y cada uno de ellos le dio una cantidad de dinero y un anillo de oro.

Dios bendijo a Job en sus últimos años más abundantemente que en los anteriores. Llegó a tener catorce mil ovejas, seis mil camellos, mil yuntas de bueyes y mil asnas. También tuvo catorce hijos y tres hijas. A la mayor la llamó Jemimá, a la segunda, Quesiá y a la tercera, Queren-hapuc. No había en todo el mundo mujeres tan bonitas como las hijas de Job. Su padre las hizo herederas de sus bienes, junto con sus hermanos.

Después de esto, Job vivió ciento cuarenta años, y murió a una edad muy avanzada, llegando a ver a sus hijos, nietos, bisnietos y tataranietos.

Palabra del Señor.
Demos gracias a Dios.

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EL SALMO
Salmo 34:1–8, 19–22

Bendeciré al Señor en todo tiempo; *
su alabanza estará siempre en mi boca.

En el Señor me gloriaré; *
lo oigan los mansos y se regocijen.

Proclamen conmigo la grandeza del Señor; *
ensalcemos a una su Nombre.

Busqué al Señor y él me respondió, *
y me libró de todos mis temores.

A él miren y sean alumbrados, *
y sus rostros no se avergüencen.

Este pobre clamó, y el Señor le oyó, *
y lo libró de todas sus angustias.

El ángel del Señor acampa en derredor de los que le temen, *
y los libertará.

Gusten, y vean que es bueno el Señor; *
dichosos los que en el confían.

Muchos son las aflicciones de los justos, *
pero de todas ellas les librará el Señor.

El guarda todos sus huesos; *
ni uno de ellos será quebrantado.

Matará al malo la maldad, *
y los que aborrecen al justo serán condenados.

El Señor redime la vida de sus siervos, *
y no serán condenados los que en él confían.

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LA SEGUNDA LECTURA
Hebreos 7:23–28

Lectura de la Carta a los Hebreos.

Los otros sacerdotes fueron muchos porque la muerte les impedía seguir viviendo; pero como Jesús no muere, su oficio sacerdotal no pasa a ningún otro. Por eso puede salvar para siempre a los que se acercan a Dios por medio de él, pues vive para siempre, para rogar a Dios por ellos.

Así pues, Jesús es precisamente el Sumo sacerdote que necesitábamos. Él es santo, sin maldad y sin mancha, apartado de los pecadores y puesto más alto que el cielo. No es como los otros sumos sacerdotes, que tienen que matar animales y ofrecerlos cada día en sacrificio, primero por sus propios pecados y luego por los pecados del pueblo. Por el contrario, Jesús ofreció el sacrificio una sola vez y para siempre, cuando se ofreció a sí mismo. La ley de Moisés nombra como Sumos sacerdotes a hombres imperfectos; pero el juramento de Dios, que fue hecho después de la ley, nombra sumo sacerdote a su Hijo, quien ha sido hecho perfecto para siempre.    

Palabra del Señor.
Demos gracias a Dios.

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HIMNO

Hoy es día de reposo,
De alabanza y de solaz.
Tiempo santo, venturoso
Que nos brinda dulce paz.
Este día señalado
Con el triunfo del amor;
Nuestra Iglesia ha consagrado
Como día del Señor.

Demos cantos de alegría
Al Autor de todo bien,
Al que nuestros pasos guía
Por la senda del Edén.
Disfrutemos gratamente
Del descanso semanal,
Esperando con fe ardiente
El reposo celestial.

Los que a Ti nos allegamos
Por Jesús, Dios de verdad,
Hoy alegres alabamos
Tu grandeza y Tu bondad.
Y en nuestra alma llevaremos
Con piedad y devoción
El recuerdo que tenemos
De tu gran Resurrección.

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EL EVANGELIO
San Marcos 10: 46–52

El Santo Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según San Marcos.
¡Gloria a ti, Cristo Señor!

Jesús y sus discípulos llegaron a Jericó. Y cuando Jesús ya salía de la ciudad, seguido de sus discípulos y de mucha gente, un mendigo ciego llamado Bartimeo, hijo de Timeo, estaba sentado junto al camino. Al oír que era Jesús de Nazaret, el ciego comenzó a gritar: —¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!

Muchos lo reprendían para que se callara, pero él gritaba más todavía: —¡Hijo de David, ten compasión de mí!

Entonces Jesús se detuvo, y dijo: —Llámenlo.

Llamaron al ciego, diciéndole: —Ánimo, levántate; te está llamando.

El ciego arrojó su capa, y dando un salto se acercó a Jesús, que le preguntó: —¿Qué quieres que haga por ti?

El ciego le contestó: —Maestro, quiero recobrar la vista.

Jesús le dijo: —Puedes irte; por tu fe has sido sanado.

En aquel mismo instante el ciego recobró la vista, y siguió a Jesús por el camino.

El Evangelio del Señor.
Te alabamos, Cristo Señor.

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El SERMÓN

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EL CREDO NICENO

Creemos en un solo Dios,
Padre todopoderoso,
Creador de cielo y tierra,
de todo lo visible e invisible.

Creemos en un solo Señor, Jesucristo,
Hijo único de Dios,
nacido del Padre antes de todos los siglos:
Dios de Dios, Luz de Luz,
Dios verdadero de Dios verdadero,
engendrado, no creado,
de la misma naturaleza que el Padre,
por quien todo fue hecho;
que por nosotros y por nuestra salvación
bajó del cielo:
por obra del Espíritu Santo
se encarnó de María, la Virgen,
y se hizo hombre.

Por nuestra causa
fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato:
padeció y fue sepultado.
Resucitó al tercer día,
según las Escrituras,
subió al cielo
y está sentado a la derecha del Padre.
De nuevo vendrá con gloria para juzgar
a vivos y muertos,
y su reino no tendrá fin.

Creemos en el Espíritu Santo,
Señor y dador de vida,
que procede del Padre y del Hijo,
que con el Padre y el Hijo
recibe una misma adoración y gloria,
y que habló por los profetas.

Creemos en la Iglesia,
que es una, santa, católica y apostólica.
Reconocemos un solo Bautismo
para el perdón de los pecados.
Esperamos la resurrección de los muertos
y la vida del mundo futuro. Amén.

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ORACIÓN DE FIELES (Fórmula IV)

Oremos por la Iglesia y por el mundo.

Omnipotente Dios, concede que cuantos confesamos tu Nombre estemos unidos en tu verdad, vivamos unánimes en tu amor y manifestemos tu gloria en el mundo.

Silencio

Señor, en tu misericordia
Atiende nuestra súplica.

Por Michael nuestro Primado, por  Andy, Allen, and Mary nuestros obispos, y por todos los obispos y demás ministros; Por todos los que sirven a Dios en su Iglesia.

Silencio

Señor, en tu misericordia
Atiende nuestra súplica.

Dirige al pueblo de este país y de todas las naciones por caminos de justicia y paz, para que nos respetemos unos a otros y procuremos el bien común.

Silencio

Señor, en tu misericordia
Atiende nuestra súplica.

Danos reverencia por la tierra, que es creación tuya, para que utilicemos debidamente sus recursos en servicio de los demás y para tu honra y gloria.

Silencio

Señor, en tu misericordia
Atiende nuestra súplica.

Bendice a aquéllos cuyas vidas están unidas a las nuestras, y concede que sirvamos a Cristo en ellos y nos amemos unos a otros, así como él nos ama.

Silencio

Señor, en tu misericordia
Atiende nuestra súplica.

Consuela y sana a todos aquéllos que sufren en cuerpo, mente o espíritu; en sus tribulaciones dales valor y esperanza, y llévalos al gozo de tu salvación.

Silencio

Señor, en tu misericordia
Atiende nuestra súplica.

Encomendamos a tu misericordia a todos los difuntos, para que tu voluntad se cumpla en ellos; y te pedimos que nos hagas partícipes con todos tus santos de tu reino eterno.

Silencio

Silencio Señor, en tu misericordia
Atiende nuestra súplica.

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Amén.

Oh Señor y Dios nuestro, acepta las fervientes plegarias de tu pueblo; en la multitud de tus piedades, vuelve tus ojos compasivos hacia nosotros y a cuantos acuden a ti por socorro, pues tú eres bondadoso, oh amante de las almas; y a ti rendimos gloria, Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y por siempre.

Amén.

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Confesemos nuestros pecados contra Dios y contra nuestro prójimo. 

Dios de misericordia, confesamos que hemos pecado contra ti por pensamiento, palabra y obra, por lo que hemos hecho y lo que hemos dejado de hacer. No te hemos amado con todo el corazón; no hemos amado a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Sincera y humildemente nos arrepentimos. Por amor de tu Hijo Jesucristo, ten piedad de nosotros y perdónanos; así tu voluntad será nuestra alegría y andaremos por tus caminos, para gloria de tu Nombre. Amén.

Dios omnipotente tenga misericordia de ustedes, perdone todos sus pecados por Jesucristo nuestro Señor, les fortalezca en toda bondad y, por el poder del Espíritu Santo, les conserve en la vida eterna.

Amén.

Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles: "La paz les dejo, mi paz les doy": No mires nuestros pecados sino la fe de tu Iglesia; y concédenos la paz y la unidad de esa Ciudad celestial; donde con el Padre y el Espíritu Santo tú vives y reinas ahora y por siempre.

La paz del Señor sea siempre con ustedes.
Y con tu espíritu.

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LOS ANUNCIOS

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SANTA COMUNIÓN

Anden en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios. (Efesios 5:2)

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HIMNO

Benigno, amante y sapiente Señor,
Que moras en Gloria y grandioso esplendor,
Bendito  y sublime, sin fin, eres tú,
Tu nombre ensalzamos, eterno en virtud.

Silenciosamente, cual la bella luz,
Que brilla constante, así reinas tú:
Cual nubes que al hombre dan felicidad,
Así es tu justicia de amor y bondad.

A grandes y chicos tu vida les das,
En ellos infundes mil gracias sin par;
La vida del hombre es débil, cual flor,
Mas cambio ninguno tú tienes, Señor

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El Señor sea con ustedes.
Y con tu espíritu.

Elevemos los corazones.
Los elevamos al Señor.

Demos gracias a Dios nuestro Señor.
Es justo darle gracias y alabanza.

En verdad es digno, justo y saludable, darte gracias, en todo tiempo y lugar, Padre omnipotente, Creador de cielo y tierra.

Porque tú eres fuente de luz y vida; nos hiciste a tu imagen, y nos llamaste a nueva vida en nuestro Señor Jesucristo.

Por tanto, te alabamos, uniendo nuestras voces con los Ángeles y Arcángeles, y con todos los coros celestiales que, proclamando la gloria de tu Nombre, por siempre cantan este himno:

Santo, santo, santo mi corazón te adora, 
Mi corazón solo sabe decir, Santo eres tu 
Santo, santo, santo mi corazón te adora, 
Mi corazón solos sabe decir, Santo eres tu

Te damos gracias, oh Dios, por la bondad y el amor que tú nos has manifestado en la creación; en el llamado a Israel para ser tu pueblo; en tu Verbo revelado a través de los profetas; y, sobre todo, en el Verbo hecho carne,  Jesús, tu Hijo. Pues en la plenitud de los tiempos le has enviado para que se encarnara de María la Virgen a fin de ser el Salvador y Redentor del mundo. En él, nos has librado del mal, y nos has hecho dignos de estar en tu presencia. En él, nos has sacado del error a la verdad, del pecado a la rectitud, y de la muerte a la vida.

En la víspera de su muerte por nosotros, nuestro Señor Jesucristo tomó pan; y dándote gracias, lo partió y lo dio a sus discípulos, y dijo: "Tomen y coman. Este es mi Cuerpo, entregado por ustedes. Hagan esto como memorial mío".

Después de la cena tomó el cáliz; y dándote gracias, se lo entregó, y dijo: "Beban todos de él. Esta es mi Sangre del nuevo Pacto, sangre derramada por ustedes y por muchos para el perdón de los pecados. Siempre que lo beban, háganlo como memorial mío".

Por tanto, oh Padre, según su mandato,

Recordamos su muerte,
Proclamamos su resurrección,
Esperamos su venida en gloria;

Y te ofrecemos nuestro sacrificio de alabanza y acción de gracias, Señor de todos; ofreciéndote, de tu creación, este pan y este vino.

Te suplicamos, Dios bondadoso, que envíes tu Espíritu Santo sobre estos dones, para que sean el Sacramento del Cuerpo de Cristo y su Sangre del nuevo Pacto. Unenos a tu Hijo en su sacrificio, a fin de que, por medio de él, seamos aceptables, siendo santificados por el Espíritu Santo. En la plenitud de los tiempos, sujeta todas las cosas a tu Cristo y llévanos a la patria celestial donde, con todos tus santos, entremos en la herencia eterna de tus hijos; por Jesucristo nuestro Señor, el primogénito de toda la creación, la cabeza de la Iglesia, y el autor de nuestra salvación.

Por él, y con él y en él, en la unidad del Espíritu Santo, tuyos son el honor y la gloria, Padre omnipotente, ahora y por siempre.

AMEN.

Oremos como nuestro Salvador Cristo nos enseñó:

Padre nuestro tú que estás en los que aman la verdad, has que el reino que por Ti se dio llegue pronto a nuestro corazón, que el amor, que tu hijo, nos dejó, ese amor... reine ya en nosotros.

Padre nuestro que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre,
venga tu reino,hágase tu voluntad,
en la tierra como en el cielo. 
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en tentación
y líbranos del mal.
Porque tuyo es el reino,
tuyo es el poder,
y tuya es la gloria,
ahora y por siempre. Amén.

Y en el pan de la unidad, Cristo danos Tú la paz y olvídate de nuestro mal, si olvidamos el de los demás, no permitas, que caigamos en tentación... oh señor... y ten piedad... del mundo.

Cristo, nuestra Pascua, se ha sacrificado por nosotros.
¡Celebremos la fiesta!

Cordero de Dios, Cordero de Dios
que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros, ten piedad de nosotros. (2)

Cordero de Dios, Cordero de Dios
que quitas el pecado del mundo,
danos la paz, danos la paz.

Los Dones de Dios para el Pueblo de Dios. Tómenlos en memoria de que Cristo murió por ustedes, y aliméntense de él en sus corazones, por fe y con agradecimiento.

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Saludo a Jesús Sacramentado

Creo, Jesús mío, que estás real y verdaderamente en el cielo y en el Santísimo Sacramento del Altar.                                                     

Os amo sobre todas las cosas y deseo vivamente recibirte dentro de mi alma, pero no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente, venid al menos espiritualmente a mi corazón. Y como si ya os hubiese recibido, os abrazo y me uno del todo a Ti. Señor, no permitas que jamás me aparte de Ti.    

Oh Pan celestial, gran Sacramento, te adoro y te alabo en todo momento.
(repítase 3 veces.)

Amén.

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HIMNO

Objeto de mi fe,
Divino Salvador,
Propicio sé.
Cordero de mi  Dios,
Libre por tu bondad,
Libre de mi maldad,
Me quiero ver.

Tu gracia divinal
Llene mi corazón,
¡Valor me dé!
Que pueda yo confiar
Tan solo en tí, Señor;
Y con muy grande amor
Te adoraré.

Por senda terrenal,
Oscura y de dolor,
Me has de guiar;
Así tendre valor,
Así podré vivir,
Así podré morir,
En dulce paz.

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Oremos.

Eterno Dios, Padre celestial,
en tu bondad nos has aceptado
como miembros vivos de tu Hijo,
nuestro Salvador Jesucristo;
nos has nutrido con alimento espiritual
en el Sacramento de su Cuerpo y de su Sangre.
Envíanos ahora en paz al mundo;
revístenos de fuerza y de valor para amarte
y servirte con alegría y sencillez de corazón;
por Cristo nuestro Señor.

AMÉN.

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LA BENDICIÓN

La paz de Dios, que excede a todo entendimiento,
guarde sus corazones y mentes en el conocimiento y amor de Dios,
y de su Hijo Jesucristo nuestro Señor
y la bendición de Dios omnipotente,
el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo,
sea con ustedes, y more con ustedes eternamente.
Amén.

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Vayan en paz para amar y servir al Señor. Aleluya.
Demos gracias a Dios. Aleluya. Aleluya.

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HIMNO

De Jesús el nombre invoca,
Búscale con vivo afán;
Dulce hará tu amarga copa,
Tus pesares cesarán.

Suave luz, manantial
De esperanza, fe y amor;
Sumo bien, celestial,
Es Jesús el Salvador.

De Jesús el nombre adora;
Que te sirva de broquel;
Alma débil, perturbada,
Hallarás asilo en él.

Suave luz, manantial
De esperanza, fe y amor;
Sumo bien, celestial,
Es Jesús el Salvador.

De Jesús el nombre ensalza,
Cuyo sin igual poder,
Del sepulcro nos levanta,
Renovando nuestro ser.

Suave luz, manantial
De esperanza, fe y amor;
Sumo bien, celestial,
Es Jesús el Salvador.

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