MIÉRCOLES DE CENIZA
Servicio y lecturas
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Oremos.
Dios todopoderoso y eterno, tú no aborreces nada de lo que has creado, y perdonas los pecados de todos los penitentes: Crea y forma en nosotros, corazones nuevos y contritos, para que, lamentando debidamente nuestros pecados y reconociendo nuestra miseria, obtengamos de ti, Dios de toda misericordia, perfecta remisión y perdón; mediante Jesucristo nuestro Señor, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos.
Amén.
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LA PRIMERA LECTURA
Lectura del Libro de Joel.
Toquen la trompeta en el monte Sión; den el toque de alarma en el santo monte del Señor. Tiemblen todos los que viven en Judá, porque ya está cerca el día del Señor: día de oscuridad y tinieblas, día de nubes y sombras. […]
«Pero ahora —lo afirma el Señor—, vuélvanse a mí de todo corazón. ¡Ayunen, griten y lloren!» ¡Vuélvanse ustedes al Señor su Dios, y desgárrense el corazón en vez de desgarrarse la ropa! Porque el Señor es tierno y compasivo, paciente y todo amor, dispuesto siempre a levantar el castigo. Tal vez decida no castigarlos a ustedes, y les envíe bendición: cereales y vino para las ofrendas del Señor su Dios.
¡Toquen la trompeta en el monte Sión! Convoquen al pueblo y proclamen ayuno; reúnan al pueblo de Dios, y purifíquenlo; reúnan a los ancianos, a los niños y aun a los niños de pecho. ¡Que hasta los recién casados salgan de la habitación nupcial! Lloren los sacerdotes, los ministros del Señor, y digan entre el vestíbulo y el altar: «Perdona, Señor, a tu pueblo; no dejes que nadie se burle de los tuyos; no dejes que otras naciones los dominen y que los paganos digan: “¿Dónde está su Dios?”»
Palabra del Señor.
Demos gracias a Dios.
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LA EPÍSTOLA
Lectura de la Segunda Carta a los Corintios.
En el nombre de Cristo les rogamos que acepten el reconciliarse con Dios. Cristo no cometió pecado alguno; pero por causa nuestra, Dios lo hizo pecado, para hacernos a nosotros justicia de Dios en Cristo.
Ahora pues, como colaboradores en la obra de Dios, les rogamos a ustedes que no desaprovechen la bondad que Dios les ha mostrado. Porque él dice en las Escrituras:
«En el momento oportuno te escuché;
en el día de la salvación te ayudé.»
Y ahora es el momento oportuno.
¡Ahora es el día de la salvación!
En nada damos mal ejemplo a nadie, para que nuestro trabajo no caiga en descrédito. Al contrario, en todo damos muestras de que somos siervos de Dios, soportando con mucha paciencia los sufrimientos, las necesidades, las dificultades, los azotes, las prisiones, los alborotos, el trabajo duro, los desvelos y el hambre. También lo demostramos por nuestra pureza de vida, por nuestro conocimiento de la verdad, por nuestra tolerancia y bondad, por la presencia del Espíritu Santo en nosotros, por nuestro amor sincero, por nuestro mensaje de verdad y por el poder de Dios en nosotros. Usamos las armas de la rectitud, tanto para el ataque como para la defensa. Unas veces se nos honra, y otras veces se nos ofende; unas veces se habla bien de nosotros, y otras veces se habla mal. Nos tratan como a mentirosos, a pesar de que decimos la verdad. Nos tratan como a desconocidos, a pesar de que somos bien conocidos. Estamos medio muertos, pero seguimos viviendo; nos castigan, pero no nos matan. Parecemos tristes, pero siempre estamos contentos; parecemos pobres, pero enriquecemos a muchos; parece que no tenemos nada, pero lo tenemos todo.
Palabra del Señor.
Demos gracias a Dios.
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HIMNO
Con estas cenizas, Señor, renunciamos al pecado.
Con estas cenizas, Señor, nos acercamos a Ti.
Arrepentidos, Señor, caminamos hacia Ti.
Con estas cenizas, Señor, renunciamos al pecado.
Con estas cenizas, Señor, nos acercamos a Ti.
Ten piedad, Jesús, porque somos pecadores.
Con estas cenizas, Señor, renunciamos al pecado.
Con estas cenizas, Señor, nos acercamos a Ti.
Desde lo hondo, Señor, hoy clamamos hacia Ti.
Con estas cenizas, Señor, renunciamos al pecado.
Con estas cenizas, Señor, nos acercamos a Ti.
En las oraciones, Señor, buscamos tu rostro.
Con estas cenizas, Señor, renunciamos al pecado.
Con estas cenizas, Señor, nos acercamos a Ti.
Con el ayuno, Señor, se alimenta el espíritu.
Con estas cenizas, Señor, renunciamos al pecado.
Con estas cenizas, Señor, nos acercamos a Ti.
Los 40 días, ayunemos por la fe.
Con estas cenizas, Señor, renunciamos al pecado.
Con estas cenizas, Señor, nos acercamos a Ti.
Arrojemos todo el mal, la envidia y el odio
Con estas cenizas, Señor, renunciamos al pecado.
Con estas cenizas, Señor, nos acercamos a Ti.
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EL EVANGELIO
El Santo Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según San Mateo.
¡Gloria a ti, Cristo Señor!
Jesús dijo: «No hagan sus buenas obras delante de la gente sólo para que los demás los vean. Si lo hacen así, su Padre que está en el cielo no les dará ningún premio. »Por eso, cuando ayudes a los necesitados, no lo publiques a los cuatro vientos, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles para que la gente hable bien de ellos. Les aseguro que con eso ya tienen su premio. Cuando tú ayudes a los necesitados, no se lo cuentes ni siquiera a tu amigo más íntimo; hazlo en secreto. Y tu Padre, que ve lo que haces en secreto, te dará tu premio. »Cuando ustedes oren, no sean como los hipócritas, a quienes les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas para que la gente los vea. Les aseguro que con eso ya tienen su premio. Pero tú, cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre en secreto. Y tu Padre, que ve lo que haces en secreto, te dará tu premio. […] »Cuando ustedes ayunen, no pongan cara triste, como los hipócritas, que aparentan tristeza para que la gente vea que están ayunando. Les aseguro que con eso ya tienen su premio. Tú, cuando ayunes, lávate la cara y arréglate bien, para que la gente no note que estás ayunando. Solamente lo notará tu Padre, que está en lo oculto, y tu Padre que ve en lo oculto te dará tu recompensa. »No amontonen riquezas aquí en la tierra, donde la polilla destruye y las cosas se echan a perder, y donde los ladrones entran a robar. Más bien amontonen riquezas en el cielo, donde la polilla no destruye ni las cosas se echan a perder ni los ladrones entran a robar. Pues donde esté tu riqueza, allí estará también tu corazón.»
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EL SERMÓN
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INVITACIÓN A UNA SANTA CUARESMA
Amado Pueblo de Dios: Los primeros cristianos observaron con gran devoción los días de la pasión y resurrección de nuestro Señor, y se hizo costumbre en la Iglesia prepararse para ellos por medio de una estación de penitencia y ayuno.
Esta estación de Cuaresma proporcionaba la ocasión en que los catecúmenos eran preparados para el Santo Bautismo. Era la ocasión, también, en la que sí estaba separado del cuerpo de los fieles, a causa de los pecados, eran reconciliados mediante la penitencia y el perdón, y restaurados eran a la comunión de la Iglesia.
De este modo, se recordaba a toda la congregación el mensaje de perdón y absolución proclamado en el Evangelio de nuestro Salvador, y la necesidad constante de todo cristiano de renovar su arrepentimiento y su fe.
Por tanto, en nombre de la Iglesia, les invito a la observancia de una santa Cuaresma, mediante el examen de conciencia y el arrepentimiento; por la oración, el ayuno y la auto negación; y por la lectura y meditación de la santa Palabra de Dios. Y, para comenzar debidamente nuestro arrepentimiento, y como señal de nuestra naturaleza mortal, arrodillémonos ahora ante el Señor, nuestro hacedor y redentor.
UN MOMENTO DE SILENCIO.
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INVITACIÓN A LA IMPOSICIÓN ESPIRITUAL DE CENIZA
Dios todopoderoso, tú nos has creado del polvo de la tierra: Concede que estas cenizas sean para nosotros una señal de nuestra mortalidad y penitencia, para que recordemos que es sólo mediante tu don bondadoso que nos es dada la vida eterna; por Jesucristo nuestro Salvador.
Amén.
Recuerda que eres polvo, y al polvo volverás.
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SALMO 51
Ten misericordia de mí, oh Dios, conforme a tu bondad; *
conforme a tu inmensa compasión borra mis rebeliones.
Lávame más y más de mi maldad, *
y límpiame de mi pecado;
Porque reconozco mis rebeliones, *
y mi pecado está siempre delante de mí.
Contra ti, contra ti sólo he pecado, *
y he hecho lo malo delante de tus ojos.
Por tanto eres reconocido justo en tu sentencia, *
y tenido por puro en tu juicio.
He aquí, he sido malo desde mi nacimiento, *
pecador desde el vientre de mi madre;
Porque he aquí, amas la verdad más que la astucia oel saber oculto; *
por tanto, enséñame sabiduría.
Límpiame de mi pecado, y seré puro; *
lávame, y seré más blanco que la nieve.
Hazme oír canciones de gozo y alegría, *
y se regocijará el cuerpo que has abatido.
Esconde tu rostro de mis pecados, *
y borra todas mis maldades.
Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, *
y renueva un espíritu firme dentro de mí.
No me eches de tu presencia, *
y no quites de mí tu santo Espíritu.
Dame otra vez el gozo de tu salvación;*
y que tu noble Espíritu me sustente.
Enseñaré a los rebeldes tus caminos, *
y los pecadores se convertirán a ti.
Líbrame de la muerte, oh Dios, *
y cantará mi lengua tu justicia, oh Dios mi Salvador.
Soberano mío, abre mis labios, *
y mi boca proclamará tu alabanza;
Porque no quieres tú sacrificio, que yo daría; *
no te complaces en holocausto.
El sacrificio que más te agrada es el espíritu quebrantado; *
al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios.
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Letanía Penitencial
Padre santísimo y de toda misericordia: Confesamos a ti y los unos a los otros, y a toda la comunión de los santos en el cielo y en la tierra, que hemos pecado por nuestra propia culpa por pensamiento, palabra y obra; por lo que hemos hecho, y lo que hemos dejado de hacer.
No te hemos amado con todo el corazón, con toda la mente y con toda la fuerza. No hemos amado a nuestro prójimo como a nosotros mismos. No hemos perdonado a los demás como tú nos has perdonado.
Ten piedad de nosotros, Señor.
Hemos sido sordos a tu llamado a servir como Cristo nos sirvió. No hemos sido fieles a la mente de Cristo. Hemos entristecido a tu Espíritu Santo.
Ten piedad de nosotros, Señor.
Te confesamos, Señor, toda nuestra infidelidad pasada: el orgullo, la hipocresía y la impaciencia de nuestras vidas,
A ti lo confesamos, Señor.
Nuestros apetitos y hábitos egoístas y nuestra explotación de los demás,
A ti lo confesamos, Señor.
Nuestro enojo ante nuestras propias frustraciones, y nuestra envidia de aquéllos que son más afortunados que nosotros,
A ti lo confesamos, Señor.
Nuestro afán desmedido por los bienes y comodidades de este mundo, y nuestra falta de honradez en la vida y trabajo diarios,
A ti lo confesamos, Señor.
Nuestra negligencia en la oración y en el culto, y nuestro descuido en dar testimonio de la fe que está en nosotros,
A ti lo confesamos, Señor.
Acepta nuestro arrepentimiento, Señor, por el mal que hemos hecho: por nuestra ceguera a la necesidad y al dolor humanos, y por nuestra indiferencia ante la injusticia y la crueldad,
Acepta nuestro arrepentimiento, Señor.
Por todos los juicios falsos, por la falta de caridad de nuestros pensamientos para con nuestro prójimo, y por nuestros prejuicios y menosprecio hacia aquéllos que difieren de nosotros,
Acepta nuestro arrepentimiento, Señor.
Por el abuso y contaminación de tu creación, y por nuestra falta de preocupación por los que vienen después de nosotros,
Acepta nuestro arrepentimiento, Señor.
Restáuranos, buen Señor, y aparta tu ira de nosotros; Escúchanos con tu favor, porque grande es tu misericordia. Cumple en nosotros la obra de tu salvación, A fin de que manifestemos tu gloria en el mundo. Por la cruz y pasión de tu Hijo nuestro Señor, Llévanos con todos tus santos al gozo de su resurrección.
El Dios todopoderoso, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que no desea la muerte del pecador, sino que se convierta de sus maldades y viva, ha dado poder y mandamiento a sus ministros para declarar y pronunciar a su pueblo arrepentido, la absolución y remisión de sus pecados. El perdona y absuelve a todos los que verdaderamente se arrepienten y con sinceridad de corazón creen en su santo Evangelio.
Por tanto, roguémosle que nos conceda verdadero arrepentimiento y su Espíritu Santo, a fin de que las obras que hacemos este día le sean agradables, y que nuestra vida de aquí en adelante sea pura y santa, para que al fin lleguemos a su gozo eterno; por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Concede, misericordiosísimo Señor, a tu pueblo fiel el perdón y la paz, y que sea limpio de todos sus pecados, y te sirva con mente serena; por Cristo nuestro Señor. Amén.
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La Paz
La paz del Señor sea siempre con ustedes.
Y con tu espíritu.
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LOS ANUNCIOS
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“Presentemos al Señor con alegría las ofrendas
y oblaciones de nuestra vida y de nuestro trabajo.”
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HIMNO
Cristo te necesita para amar, para amar
cristo te necesita para amar.
No te importen las razas ni el color de la piel
ama a todos como hermanos y haz el bien.
Al que sufre y al triste dale amor, dale amor
al humilde y al pobre dale amor.
No te importen las razas ni elcolor de la piel
ama a todos como hermanos y haz el bien.
Al que vive a tu lado dale amor, dale amor
al que viene de lejos dale amor.
No te importen las razas ni elcolor de la piel
ama a todos como hermanos y haz el bien.
Al que habla otra lengua dale amor, dale amor
al que piensa distinto dale amor.
No te importen las razas ni el color de la piel
ama a todos como hermanos y haz el bien.
Al amigo de siempre, dale amor, dale amor,
y al que no te saluda, dale amor, dale amor.
No te importen las razas ni el color de la piel
ama a todos como hermanos y haz el bien.
Cristo te necesita para amar, para amar,
Cristo te necesita para amar.
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LA Santa Comunión
El Señor sea con ustedes.
Y con tu espíritu.
Elevemos los corazones.
Los elevamos al Señor.
Demos gracias a Dios nuestro Señor.
Es justo darle gracias y alabanza.
En verdad es digno, justo y saludable, darte gracias, en todo tiempo y lugar, Padre omnipotente, Creador de cielo y tierra. Por nuestro Señor Jesucristo; quien en todo fue tentado como nosotros, mas nunca cometió pecado. Por su gracia podemos triunfar sobre todo mal y no vivir ya más para nosotros, sino para él, que murió y resucitó por nosotros. Por tanto te alabamos, uniendo nuestras voces con los Angeles y Arcángeles, y con todos los coros celestials que, proclamando la gloria de tu Nombre, por siempre cantan este himno:
Santo, santo, santo, santo es el Señor, Dios del universo.
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre del Señor.
Hosanna en el cielo. (2x)
Padre Santo y bondadoso: En tu amor infinito nos hiciste para ti, y cuando caímos en pecado y quedamos esclavos del mal y de la muerte, tú, en tu misericordia, enviaste a Jesucristo, tu Hijo único y eterno, para compartir nuestra naturaleza humana, para vivir y morir como uno de nosotros, y así reconciliarnos contigo, el Dios y Padre de todos. Extendió sus brazos sobre la cruz y se ofreció en obediencia a tu voluntad, un sacrificio perfecto por todo el mundo.
En la noche en que fue entregado al sufrimiento y a la muerte, nuestro Señor Jesucristo tomó pan; y dándote gracias, lo partió y lo dio a sus discípulos, y dijo: "Tomen y coman. Este es mi Cuerpo, entregado por ustedes. Hagan esto como memorial mío".
Después de la cena tomó el cáliz; y dándote gracias, se lo entregó, y dijo: "Beban todos de él. Esta es mi Sangre del nuevo Pacto, sangre derramada por ustedes y por muchos para el perdón de los pecados. Siempre que lo beban, háganlo como memorial mío".
Por tanto, proclamamos el misterio de fe:
Cristo ha muerto.
Cristo ha resucitado.
Cristo volverá.
Padre, en este sacrificio de alabanza y acción de gracias, celebramos el memorial de nuestra redención. Recordando su muerte, resurrección y ascención, te ofrecemos estos dones.
Santifícalos con tu Espíritu Santo, y así serán para tu pueblo el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, la santa comida y la santa bebida de la vida nueva en él que no tiene fin. Santifícanos también, para que recibamos fielmente este Santo Sacramento y seamos perseverantes en tu servicio en paz y unidad. Y en el día postrero, llévanos con todos tus santos al gozo de tu reino eterno.
Todo esto te pedimos por tu Hijo Jesucristo. Por él, y con él y en él, en la unidad del Espíritu Santo, tuyos son el honor y la gloria, Padre omnipotente, ahora y por siempre. Amén.
Oremos como nuestro Salvador Cristo nos enseñó.
Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre, venga tu reino, hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día. Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en tentación y líbranos del mal. Porque tuyo es el reino, tuyo es el poder, y tuya es la gloria, ahora y por siempre. Amén.
…
Fracción del Pan
Cristo, nuestra Pascua, se ha sacrificado por nosotros.
Celebremos la fiesta.
…
Saludo a Jesús Sacramentado
Creo, Jesús mío, que estás real y verdaderamente en el cielo y en el Santísimo Sacramento del Altar. Os amo sobre todas las cosas y deseo vivamente recibirte dentro de mi alma, pero no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente, venid al menos espiritualmente a mi corazón. Y como si ya os hubiese recibido, os abrazo y me uno del todo a Ti. Señor, no permitas que jamás me aparte de Ti.
Oh Pan celestial, gran Sacramento, te adoro y te alabo en todo momento. (repítase 3 veces.) Amén.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros.
Jesús pan de vida, que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
danos la paz, danos paz.
Los Dones de Dios para el Pueblo de Dios. Tómenlos en memoria de que Cristo murió por ustedes, y aliméntense de él en sus corazones, por fe y con agradecimiento.
…
Oremos.
Eterno Dios, Padre celestial, en tu bondad nos has aceptado como miembros vivos de tu Hijo, nuestro Salvador Jesucristo; nos has nutrido con alimento espiritual en el Sacramento de su Cuerpo y de su Sangre. Envíanos ahora en paz al mundo; revístenos de fuerza y de valor para amarte y servirte con alegría y sencillez de corazón; por Cristo nuestro Señor. Amén.
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HIMNO
Dios no quiere la muerte del pecador, sino que viva,
que se convierta, y que viva.
Tu palabra es luz que me ilumina.
Tu palabra es pan que me alimenta.
Con tu cuerpo y tu sangre me confortas,
y me haces vivir tu misma vida.
Dios no quiere la muerte del pecador, sino que viva,
que se convierta, y que viva.
Voy sediento buscando el agua viva,
como ciego ansío ver tu luz.
Siento heridas de muerte mas no temo,
porque sé que contigo viviré.
Dios no quiere la muerte del pecador, sino que viva,
que se convierta, y que viva.
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